domingo, 30 de enero de 2011

Orangutanes y humanos comparten el 97% de sus genes


Los orangutanes comparten con el ser humano un 97% de sus genes, lo que les sitúa como unos parientes más lejanos de nuestra especie que los chimpancés (cuya similitud genética alcanza hasta el 99%). Así lo ha revelado el genoma del 'hombre de los bosques' ('Pongo'), como lo llaman en las islas que habita, realizado por un consorcio de internacional, en el que han participado más de 30 laboratorios de siete países, entre ellos varios españoles.
Este nuevo genoma se suma al ya conocido del macaco reshus, el chimpancé, los neandertales y el ser humano moderno y, según los expertos, es un nuevo hito científico que ayudará a conocer mejor nuestra evolución, aporta nuevos conocimientos sobre la investigación de enfermedades genéticas y, además, permite conocer mejor a unos grandes simios que están en grave peligro de extinción, lo que ayudará a su conservación.
Una de las novedades que revela el nuevo genoma, realizado al completo en una hembra llamada 'Susie', es que los cambios genéticos han sido mucho más lentos en los orangutanes que en los chimpancés o los 'Homo', algo que ha sido un sorpresa para los genetistas.
"Hemos comprobado que hay repeticiones de secuencias que se han activado y desactivado en nuestro genoma y que en el suyo no se han movido", apunta el jefe del grupo de Genómica de Primates del Instituto de Biología Evolutiva de la Universitat Pompeu Fabra (UPF-CSIC), Tomàs Marquès, uno de los españoles firmantes del artículo de 'Nature'.
El artículo no entra en la interpretación de este hecho, que podría estar relacionado con los pocos cambios en el entorno selvático en el que han vivido en Sumatra y Borneo, situación que está cambiando con ladeforestación brutal en ambos lugares. En todo caso, el genoma abre la puerta a futuros trabajos que revelen por qué los homínidos tuvieron, en un momento dado, una evolución distinta.
El genoma, en el que se han catalogado 13 millones de variaciones genéticas propias de los 'Pongo', revela también la diversidad entre los orangutanes de Borneo y los de Sumatra.

Dos especies en peligro

En concreto, desvela que ambos se separaron de un ancestro común hace 400.000 años y que en la actualidad hay más diversidad genética entre los de Sumatra (donde sólo quedan unos 7.500) que en los de Borneo (cuya población asciende a 45.000), un dato que podría servir para planificar nuevas estrategias conservacionistas.
Nuestra especie se habría separado hace 14 millones de años de la del orangután, una divergencia que con los chimpancés ocurrió hace seis millones de años, y con los que compartimos un 99% del genoma.
El equipo de Arcadi Navarro, de la Universidad Pompeu Fabra, se ha centrado comparar cambios en los cromosomas relacionados con graves enfermedades, como la 'cromosoma Filadelfia', mientras que el de Carlos López-Otín, de la Universidad de Oviedo, se ha centrado en genes relacionados con el cáncer.
Según este investigador, se ha comprobado que la presión evolutiva ha presionado sobre el sistema inmune y el reproductivo. De hecho, han comprobado que los orangutanes están protegidos genéticamente contra algunos cánceres que afectan a nuestra especie.
Investigadores de la Universidad de Viena, por su parte, han descubierto los genes implicados en la selección natural por la percepción visual y el metabolismo de los glicolípidos, que están relacionado con la evolución neurológica de los primates.

El código de los polluelos para conseguir comida cuando están hambrientos

Si un bebé tiene hambre, se asegurará de que sus padres se enteren. De la misma forma que el llanto será la forma más frecuente de expresarlo, los polluelos también emiten un sonido específico para alertar a sus padres de que ha llegado la hora de comer. Así lo asegura un equipo de ornitólogos alemanes y suizos tras estudiar a una colonia de la especie 'Ploceus jacksoni' en el Lago Baringo de Kenia.
Según esta investigación, publicada en la revista 'BMC Ecology', los polluelos hambrientos tienen un código propio para comunicarse con sus progenitores. Los científicos ya sabían que los pájaros pueden distinguir a sus crías por los sonidos que emiten, incluso si se encuentran rodeadas de muchas otras aves, lo que les facilita la tarea de identificarlos cuando regresan al nido con comida. Ahora han detectado que son capaces de interpretar en qué momento sus pequeños quieren comida y hasta qué punto están hambrientos.

Modulan sus llamadas de atención

Para llevar a cabo el estudio, sacaron temporalmente a los polluelos de sus nidos para instalar en ellos cámaras y micrófonos que grabaran su comportamiento y los sonidos que emitiesen.
Según explica Hendrick Reers, autor principal de la investigación, detectaron dos partes en las llamadas que realizan los polluelos de esta especie. Primero emitían un sonido parecido a un silbido y después, trinaban. Cuando no tenían hambre, las dos partes de la lamada eran ligeramente diferentes en función de cada pájaro, lo que permitía a las madres identificar a sus polluelos. A medida que van teniendo hambre, el volumen de su llamada también aumenta y se hace más enérgico.
Los investigadores afirman que las crías modificaban la duración, el tono y la amplitud de sus llamadas, trinando más y acortando los pitidos. Cuanto más hambrientos están, su llamada se diferencia más de las de sus compañeros.

A los niños también les importa el tamaño

De alguna manera los niños nacen ya sabiendo (o aprenden en sus primeros meses de vida) que la jerarquía es cuestión de tamaño. Entre los ocho y los 10 meses, los bebés que aún no saben pronunciar sus primeras palabras saben ya que los individuos más grandes son también los más poderosos.
Igual que algunas especies animales crecen y elevan su pelaje para imponerse a otros individuos, o como los reyes antiguos situaban sus tronos en una posición más elevada, los bebés relacionan de alguna manera la dominación social con la talla. Lo han comprobado investigadores de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) en un ensayo con 144 bebés que acaban de publicar en la revista 'Science'.
Los bebés, con edades comprendidas entre los ocho y los 13 meses de vida, fueron estudiados mientras observaban en la pantalla a varios muñecos de distintos tamaños en una especie de competición.
Como a esas edades aún no pueden ser entrevistados, bromea Lotte Thomsen, los investigadores se fijaron en otros elementos para valorar sus reacciones; por emeplo, su sorpresa o el tiempo que permanecían 'enganchados' a las imágenes. Y para su sorpresa, cuando el muñeco más pequeño 'vencía' al grande en las imágenes, los niños se quedan mucho más tiempo mirando la pantalla que cuando, como ellos esperaban, era el grande el que salía victorioso.
Aunque como aclaran los científicos daneses, esa 'sorpresa' sólo se apreció a partir de los 10 meses, no antes, por lo que sospechan que los niños adquieren esa idea de 'dominación por el tamaño' probablemente entre los ocho y 10 meses de vida.
A su juicio, estos hallazgos permiten comprender mejor cómo los bebés aprenden rápidamente ciertas nociones que les permiten comprender el entorno social y cultural en el que se va a desarrollar su vida y aprender ciertos elementos abstractos de su mundo social.

Así invade el parásito de la malaria los glóbulos rojos

La malaria, una enfermedad que provoca un millón de muertes al año, está causada por un parásito llamado 'Plasmodium falciparum', que utiliza los glóbulos rojos de la sangre como lugar para reproducirse. Un grupo de científicos australianos ha logrado, por primera vez, grabar cómo se produce esta invasión, esencial para que la infección se propague por el organismo.
Cuando un mosquito hembra del género 'Anopheles' pica a una persona puede introducir en su sangre el 'Plasmodium falciparum'. La vida de este parásito en el cuerpo humano tiene varias etapas y "el estadio sanguíneo del ciclo es el responsable de todos los síntomas clínicos de la malaria", explica el trabajo publicado en 'Cell Host & Microbe'. En esta fase, los merozoitos (una de las formas que adopta este microbio) se introducen en los glóbulos rojos donde se reproducen para salir e infectar más células.
Uno de los componentes más importantes de la inmunidad de los humanos a la malaria son los antígenos que atacan, precisamente, a los merozoitos. "Por tanto, los sucesos moleculares que subyacen a la invasión de los glóbulos rojos son objetivos clave de las estrategias terapéuticas y de las vacunas para bloquear el desarrollo del parásito", apuntan los autores, procedentes del Instituto de Investigación Médica Walter y Eliza de Melbourne (Australia).
Pero el mecanismo de la invasión, si bien se ha descrito en otras especies, no se conoce con detalle en los humanos, en especial a nivel molecular. "La incapacidad de capturar de forma fiable merozoitos en cada una de las etapas de la invasión [...] ha sido un gran impedimento para la comprensión de este proceso", indican los investigadores, que han creado un método para aislar parásitos con capacidad invasiva.
Esto les ha permitido grabar en vídeo de alta resolución todo el proceso: unión inespecífica al eritrocito, unión apical, formación de vínculo más estrecho, invasión activa y entrada completa en la célula. Además, han podido estudiar la actividad molecular en cada fase, lo que les ha llevado a la conclusión de que "la unión del merozoito al eritrocito es un interruptor maestro que desencadena la cascada de eventos y que una vez iniciado da lugar al imparable proceso de la invasión".
Los hallazgos de este grupo de expertos sugieren que la búsqueda de terapias o métodos de prevención para la malaria debe centrarse en evitar que el parásito se una a la membrana de los glóbulos rojos porque una vez que esto sucede no hay forma de frenarlo.
VIdeo: http://rss.elmundo.es/rss/descarga.htm?data2=120

lunes, 17 de enero de 2011

Escribir para relajarse antes de un examen


Tomar una tila, respirar hondo, dormir bien... A las múltiples estrategias para vencer los nervios antes de los exámenes se suma ahora la escritura. Una investigación, publicada en 'Science', recalca las bondades de reflejar por escrito las emociones hacia la prueba a la que vamos a someternos. Esta práctica libera la presión mental y favorece unos buenos resultados.
"Una intervención de 10 minutos, previa al examen y derivada de las teorías psicológicas sobre el estrés y el rendimiento, puede prevenir el agobio y mejorar la actuación, sobre todo entre los estudiantes que habitualmente se ponen nerviosos ante las pruebas", sostienen Gerardo Ramírez y Sian L. Beilock, de la Universidad de Chicago (EEUU).
Como recalcan estos autores, la sensación de nerviosismo que muchos sienten antes de someterse a una prueba 'emborrona' la memoria a corto plazo. Esto se suele traducir en una peor actuación y, por tanto, en unas notas más bajas de lo esperado.
"Escribir podría aliviar la carga de las preocupaciones [...] al ofrecer una oportunidad para reevaluar la experiencia estresante", afirma el trabajo. Bajo esa máxima, se ofreció la oportunidad de expresar por escrito sus pensamientos y sensaciones a varios grupos de estudiantes.

Estudiantes más o menos estresados

Dos de los ensayos se centraron en estudiantes universitarios a los que se reunió para realizar un par de pruebas matemáticas. En la primera de ellas, sólo se les pidió que lo hicieran lo mejor posible. En la segunda, antes de empezar, se les introdujo un poco de presión 'extra'.
Entre otros temas, se les habló de una recompensa monetaria para el que mejor lo hiciera y de la importancia de sus resultados para ayudar al resto del grupo. A continuación, algunos tuvieron la posibilidad de escribir sobre los sentimientos que les producía la inminente prueba o sobre otro tema no emocional; el resto, esperó 10 minutos sin tarea asignada.
Los datos obtenidos hablaron a favor de los estudiantes que decidieron expresar sus nervios previos al examen. En comparación con la primera prueba, que hicieron sin ninguna condición, las notas del segundo test fueron un 5% mejores; algo que no le sucedió al resto de participantes.

En un entorno real

Para corroborar estos datos, los investigadores decidieron desplazarse a un entorno real -no organizado para el ensayo-. En dos ocasiones, analizaron el impacto de esta práctica en medio centenar de estudiantes de instituto. Antes de realizar su primer examen final, la mitad de ellos contó con la posibilidad de escribir sobre sus sentimientos hacia la prueba. Y al resto se le pidió que pensara sobre un tema que no fuera a caer en el test (grupo control).
"Cuanta más ansiedad presentaron los estudiantes del grupo control, menor fue su nota", recalca el documento. Sin embargo, esto no sucedió entre los que pusieron por escrito sus temores, una práctica que fue especialmente eficaz para los jóvenes que solían sentirse nerviosos con frecuencia. "Un escrito corto y expresivo reduce los fallos en el rendimiento, que se asocian a la presión propia de los exámenes", expresan Ramírez y Beilock. Pero aclaran: "No vale cualquier tipo de escritura sino la que sirve para expresar las preocupaciones sobre la inminente situación de estrés".
Además de ayudar a los estudiantes en sus exámenes, esta práctica podría ser de ayuda en otros entornos propicios para la ansiedad, como una entrevista de trabajo o un proceso de selección para lograr una beca.

El exceso de ejercicio perjudica al corazón


Decir que los excesos no son buenos para la salud no es nada nuevo. Los especialistas no se cansan de repetir que pasarse con la comida, con la bebida o, incluso, con el trabajo sólo tiene consecuencias negativas para el organismo. Sin embargo, pocas veces se ha hablado de los riesgos de hacer 'demasiado ejercicio'. Una investigación con ratas liderada por científicos españoles avanza en ese camino y señala que practicar actividades de resistencia de forma intensa y durante añospodría ser, en algunos casos, perjudicial para el corazón.
Según sus datos, aún preliminares ya que se han obtenido en estudios de animales, este tipo de ejercicio puede provocar alteraciones en la estructura y función del corazón que favorecerían la aparición de arritmias.
Como explican a ELMUNDO.es los doctores Lluis Mont y Anna Serrano-Mollar, coautores de la investigación, hasta ahora se sabía que el ejercicio provoca cambios físicos en la anatomía del corazón (lo que se conoce como 'corazón de atleta'), pero éste es el primer trabajo que demuestra que el ejercicio intenso y mantenido en el tiempo "crea enfermedad".
"De confirmarse en humanos, nuestros hallazgos podrían tener importantes implicaciones para quienes practican ejercicio atlético de alto nivel [como los corredores de maratón, ciclismo o triatlón]", señalan estos investigadores, miembros del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Suñer de Barcelona, en las páginas de la revista'Circulation'.
El riesgo potencial, aclara el texto, no afectaría a quienes practican ejercicio moderado de forma regular, sino a personas que pueden llevar haciendo una actividad muy intensa durante 20 ó 30 años. "[El estudio] se refiere al entrenamiento crónico, porque los daños tienen un efecto acumulativo", apuntan los investigadores.
"Nuestros resultados no pueden extrapolarse a formas más moderadas de ejercicio. La actividad física habitual confiere beneficios ampliamente reconocidos, como la prevención de las enfermedades cardiovasculares y la diabetes", añaden.

La investigación

Precisamente, la idea de poner en marcha el estudio surgió después de que algunos estudios observacionales apuntaran la existencia de un mayor riesgo de arritmias entre deportistas sometidos a altos niveles de entrenamiento.
Los investigadores quisieron determinar los efectos del ejercicio intenso a largo plazo y, ante las dificultades de realizarlo en humanos, iniciaron varios experimentos en ratas.
Así, sometieron a un grupo de roedores a una hora de ejercicio intenso diariamente durante cuatro, ocho y 16 semanas, tras lo que examinaron el estado de sus corazones. Después, compararon los resultados con los de otro grupo de animales, que habían permanecido sedentarios.
Según sus estimaciones, la intensidad y duración del entrenamiento en ratones, podría equivaler en humanos a realizar una actividad física muy vigorosa durante 10 años.
Al contrastar los resultados, los investigadores observaron que sólo los animales 'maratonianos' presentaban anomalías en la estructura del músculo cardiaco, lo que se conoce como fibrosis (tejido cicatricial). Además, también observaron cambios en la función ventricular de estos animales, entre otras alteraciones que se relacionan con un mayor riesgo de arritmias.
Esto, según sus datos, sugiere que existe una relación directa ente el ejercicio intenso de resistencia realizado durante años y un incremento de las probabilidades de sufrir un problema en el ritmo del corazón.
Respecto a cómo se traslada esta observación con ratas sanas a la población general apuntan varias cosas: "En el caso de la fibrilación auricular, por ejemplo, ya hay diversos estudios que demuestran que el ejercicio multiplica por cinco, o por ocho el riesgo de sufrirla. Es decir, la observación clínica ya nos ha ofrecido de alguna manera un conocimiento claro de este fenómeno". En el caso de otras patologías del ritmo, como las arritmias ventriculares o la muerte súbita, reconocen que es más difícil observar en la autopsia si la fibrosis (el tejido dañado) era previo o adquirido a consecuencia del ejercicio intenso.

Seguimiento al deportista

"Un buen estudio previo del deportista permite descartar la mayoría de causas de muerte súbita", señala el doctor Mont. "Pero en aquellos casos en los que no se ha encontrado la causa, ahora podemos pensar que probablemente era secundaria a la práctica deportiva".
En cualquier caso, y como mensaje a la población deportista, los especialistas catalanes reconocen que los resultados de esta investigación deben cambiar el modo en el que se realiza el seguimiento a los deportistas. "Hasta ahora se hacían pruebas, electros, a una determinada edad y se decía, 'eres apto'. Ahora, será obligatorio un estudio más detallado que vaya observando los cambios del corazón con el paso de los años, debido a este efecto acumulativo", subrayan.
Con todo, en las conclusiones de su trabajo, los investigadores sugieren que los daños que el ejercicio intenso podría provocar en el corazón no serían irreversibles. Según sus datos experimentales, el cese del entrenamiento también se traduce en una remisión de la anomalía cardiaca.
Un editorial que acompaña a este trabajo en la revista médica pide más estudios al respecto ya que "persiste la preocupación sobre las consecuencias cardiacas de un ejercicio extremo. Los elegantes resultados de este trabajo animan el debate sobre este tema, pero hace falta la confirmación en humanos", concluye.

El marcaje de pingüinos reduce la supervivencia del animal

Era el año 1777 cuando se recogía en una laguna de Gerona la primera ave anillada de la historia española. El notario del Condado de Ampurias escribía en un manuscrito que un ave, posiblemente un pato, portaba en su pata "un pedazo de latón en el cual dos o tres años antes habían grabado unas letras que manifestaban que el ave aquella había sido cogida en Irlanda".
Desde el siglo XVIII, los biólogos que estudian grupos de animales salvajes han necesitado marcar a los individuos para reconocerlos y poder sacar conclusiones sobre su comportamiento. La ciencia asumía que estas anillas, transmisores o marcas aparentemente inocuas no tenían ningún efecto sobre la vida del animal. Ahora, un estudio realizado durante 10 años con pingüinos rey ('Aptenodytes patagonicus') ha demostrado que, en el caso de estas aves, las anillas metálicas que los científicos colocan en sus aletas disminuyen casi un 40% su capacidad reproductiva y un 16% su tasa de supervivencia.
Estos animales han sido durante los últimos años uno de los grupos más estudiados de todo el mundo debido a que habitan en latitudes muy altas, que previsiblemente estarán más afectadas por el cambio climático. Por este motivo, el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés) insistió en su informe de 2007 en la importancia de que la ciencia evalúe la capacidad de adaptación a las variaciones climáticas de los ecosistemas marinos. Y para ello el mejor indicador son los animales depredadores que ocupan la parte alta de la cadena alimenticia, como, por ejemplo, los pingüinos rey.
Anilla metálica de aleta. | B. Gineste
Anilla metálica de aleta. | B. Gineste

Revisar resultados

A pesar de toda la atención que han recibido por parte de la comunidad científica, hasta la fecha, nadie había realizado una investigación en profundidad para comprobar si las anillas usadas en la gran mayoría de los estudios afectan a los animales marcados. De hecho, los nuevos resultados obtenidos por los científicos de la Universidad de Estrasburgo (Francia) junto con colegas de organismos noruegos, y que han sido publicados hoy por la revista 'Nature', hacen tambalearse las conclusiones obtenidas por otros estudios usando este tipo de anillas metálicas de las aletas. El trabajo concluye con un interesante y preocupante apunte. "Nuestro conocimiento de los efectos del cambio climático en los ecosistemas marinos basados en estas anillas deben ser reconsiderados".
«Los científicos deben estar atentos a los efectos negativos de su metodología en cualquier estudio que emprendan», asegura a EL MUNDO.es Rory P. Wilson, investigador de la Universidad de Swansea (Reino Unido). "Sería estúpido cometer el mismo error otra vez".
Los autores del trabajo han comparado los comportamientos de los pingüinos marcados con los no marcados y sus resultados no dejan lugar a la duda. Los animales que portaban anillas tardaban más en llegar a la zona de cría, nadan peor y emplean más tiempo en buscar comida. Y el resultado de todo esto es la producción de un 40% menos de crías en aves marcadas y una disminución del 16% en la tasa de supervivencia del animal. "Estas anillas reducen la propulsión durante el nado y su eficiencia para huir de los depredadores o para buscar alimento", explica a EL MUNDO.es Yvon Le Maho, autor del estudio e investigador de la Universidad de Estrasburgo.
Además, los investigadores insisten en que la larga duración de su trabajo demuestra que los animales no se adaptan a las anillas metálicas de sus aletas y al efecto negativo que produce en su nado. "Después de 10 años siguiendo las rutas de estos pingüinos, los individuos marcados siguen tardando más en realizar sus viajes para conseguir alimento que los no marcados", dice Le Maho.

La fosa más profunda del océano juega un importante papel en la regulación del clima


La Fosa de las Marianas, conocida también como el abismo Challenger, es la zona más profunda que se conoce del oceáno. Se encuentra en el Océano Pacífico y sólo dos exploradores han logrado bajar a tal profundidad. En 1960, el inventor suizo Jacques Piccard y el marine estadounidense Don Walsh descendieron a 35.000 pies a bordo del batiscafo Trieste, que fue especialmente diseñado para esa misión.
Desde entonces ningún ser humano ha vuelto a descender a esa profundidad pero sí nuevas naves no tripuladas dotadas de la última tecnología que están recopilando valiosos datos para que los científicos puedan estudiar esta desconocida área del océano.
Un equipo internacional de investigadores lanzó al agua un sumergible no tripulado para que descendiera a 10.900 metros de profundidad. Los científicos han revelado ahora sus primeras conclusiones sobre la investigación, según informa la BBC. Por ejemplo, que las fosas oceánicas actúan como sumideros de carbono y que su papel en la regulación del clima es mayor de lo que los científicos pensaban hasta ahora.

El ciclo del carbono

"Se trata de la primera vez que hemos sido capaces de instalar sofisticados instrumentos a tal profundidad para medir la cantidad de carbono almacenado", explicó el investigador Ronnie Glud a la BBC. "Básicamente, queremos comprender cuánto material orgánico -es decir, el material producido por algas y peces en zonas menos profundas- se deposita en el lecho marino, y si esta materia es devorada por las bacterias o degradada, o queda enterrada", afirma Glud. De esta forma esperan obtener una fotografía general que muestre hasta qué punto el océano puede capturar carbono en el ciclo global.
"Aunque estas fosas sólo cubren el 2% de la superficie oceánica, pensamos que podrían ser desproporcionadamente importantes, ya que es probable que acumulen mucho más carbón debido a que actuarían como una trampa, de modo que en su fondo se acumularía más materia orgánica que en otras partes del océano. Así lo sugieren los resultados de los primeros experimentos realizados", afirma.

Una sonda recubierta de titanio

El robot fue lanzado desde un barco y tardó tres horas en llegar al fondo de la fosa, donde llevó a cabo una serie de experimentos. La presión a casi 11 kilómetros de profundidad es 1.000 veces superior a la que hay fuera del agua, por lo que sus sensores estaban recubiertos de un cilindro de titanio capaz de resistirla.
El siguiente paso de este equipo internacional de investigadores será calcular qué cantidad de carbono se acumula en el fondo del océano comparada con otras zonas. De esta forma, esperan poder determinar qué papel juegan las fosas oceánicas en la regulación del clima.
En esta investigación participan el Instituto de Microbiología Marina Max Planck de Bremen (Alemania), La Agencia Japonesa de Ciencia Marina y Terrestre y Tecnología (JAMSTEC) y la Universidad de Copenhague (Dinamarca).

viernes, 14 de enero de 2011

Una web turca premiada en Estados Unidos, bloqueada en Turquía

"Regresaremos". Ésta es la palabra que aparece cuando se teclea la dirección www.fizy.com en Turquía. Un fondo negro, un eclipse de sol, imágenes de un Estambul nocturno y vibrante. Una canción de fondo, pero sólo una en lugar de los 75.000 millones de archivos musicales a las que ofrece acceso Fizy. Las demás están bloqueadas por orden judicial: Fizy vulnera las leyes del 'copyright', según la industria musical turca.
Legal o no, Fizy, una aplicación creada precisamente por un equipo turco, es una de las webs más apreciadas por los amantes de la música gratis. Así lo confirmaron la semana pasada los Mashable Awards, unos prestigiosos premios que reparte anualmente la homónima web, basada en Nueva York. Fizy fue galardonada como 'mejor servicio para descubrir música'.
La web de Mashable destaca su enorme sencillez -basta con teclear una palabra en un campo para obtener inmediatamente una lista de canciones relacionadas y escucharlas 'online'- y su inmensa base de datos que no sólo permite acceder de inmediato a cualquier canción alguna vez colocada en Internet por algún 'friki', por desconocida que sea, sino también los vídeos relacionados, si existen.
No hay más. Ni adornos ni publicidad ni diseño. Una estética minimalista combinada con la máxima eficacia y un 'streaming' impecable. "Una fantástica escasez, pulida y superrápida" -resumía ya en 2009 un crítico del diario Washington Post- lo que hace que sea "tan adictiva como ilegal y el motivo por el que la echaré de menos cuando desaparezca", dando por supuesto que era cuestión de tiempo.
Ahora ha llegado el momento: en diciembre del año pasado, la Sociedad Industrial Fonográfica de Turquía (MÜ-YAP, algo así como la SGAE turca) denunció Fizy en los juzgados de Estambul por facilitar el acceso a canciones cuyos derechos posee. La web no es más que un buscador, similar a Google: no dispone de un espacio propio ni de una comunidad de usuarios como Youtube ni pone en contacto a ordenadores privados como hace Emule. Aun así, el fiscal decidió bloquear el acceso como medida preventiva.
La austeridad visual de Fizy hace juego con su comunicación mediática. Reklam Z, una gran empresa turca de publicidad, confirma que posee "parcialmente" la marca Fizy (algunos periódicos aseguran que compró el 40%), pero sus ejecutivos declinan opinar sobre la denuncia y derivan toda cuestión al inventor y dueño de la marca, Ercan Yaris.
De Yaris se sabe muy poco, salvo que Fizy nació por el hastío de no encontrar la música que a él le gustaba y que incluso almorzó con directivos de Google antes de vender parte de su invento a una empresa turca. Su página web personal es tan escueta como la estética de sus inventos: "Vivo en Estambul. Soy el robot de fizy, liveza[una web con resultados de partidos de fútbol], trendly [donde una comunidad de usuarios puntúa a dos conceptos, marcas, personajes o ideas rivales] y lunar [la marca que agrupa las tres anteriores]. No soy social, así que no uso facebook. Leo a diario textos sagrados. No tengo tiempo de 'tuitear' nada. Intento entender Da Vinci. Éste es mi correo". Pero un correo con cuestiones de este periódico se quedó sin respuesta.
La prensa turca aventura que los premios Mashable deberían ayudar a Fizy a resolver sus problemas con la MÜ-YAP, aunque otros temen que será sólo el primer paso para ilegalizarla en todo el mundo. Sus fans se adherirán a la conclusión de Washington Post: "Mientras dure, gracias por la música".

Una ciudad holandesa prueba farolas sensibles al movimiento

Ámsterdam.- La multinacional de la electrónica Philips y la localidad holandesa de Tilburg, en el centro-sur del país, han llegado a un acuerdo para probar varios modelos de alumbrado público que se encienden o apagan cuando los peatones pasan cerca.
Según la agencia holandesa ANP, la multinacional quiere poner en marcha un sistema de alumbrado público basado en diodos emisores de luz (LED) que sea más ecológico y eficiente en gasto energético.
La prueba se realizará en Berkel-Enschot, una localidad dependiente de Tilburg, que pretende "ahorrar hasta un 50% de energía" con ese nuevo sistema de "alumbrado público inteligente".
Cuando alguien se acerca a las farolas, sus lámparas se encienden, y cuando el peatón en cuestión se aleja, la luz comienza a apagarse lentamente.
Además, otra ventaja del nuevo sistema de Philips es que las viviendas situadas en las cercanías de las farolas no se verán afectadas por la noche por el destello constante de las lámparas.

El economista Nicholas Stern, premiado por medir el coste del cambio climático


La Fundación BBVA ha premiado al economista británico Nicholas Stern por un informe de 2006 en el que afirma que no combatir el cambio climático es más caro que reducir la emisión de gases de efecto invernadero.
Stern ha recibido el galardón de Cambio Climático de los Premios Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento 2010 por un "informe pionero que estructuró el discurso económico del cambio climático”, según señala el acta del jurado. El trabajo de este economista analiza los efectos del cambio climático en la economía y es el más completo sobre esta materia.

El problema

El Informe Stern sobre la Economía del Cambio Climático apunta que el crecimiento económico mundial disminuirá al menos un 20% si no se hace nada, mientras que disminuir las emisiones puede costar sólo un 1% del PIB mundial cada año. No obstante, el economista hoy matizaría estas cifras. "El coste de no reducir las emisiones es mayor de lo que estimamos porque las consecuencias del cambio climático se están manifestando más rápidamente”, afirma. "Las emisiones están subiendo mucho, la capacidad del océano para actuar como sumidero de carbono es menor de lo que creíamos y el deshielo de las regiones polares también se están notando mucho más rápido", lamenta Stern.
El premiado cree que el cambio climático puede llegar ser la mayor distorsión del mercado porque los costes asociados a los daños generados por el cambio climático no se han incluido en el precio de los bienes y servicios cuya producción ha causado el problema.

Las soluciones

A cambio, Stern propone bajar en emisiones de carbono aplicando una política basada en tres pilares: la asignación de precio al carbonomediante el establecimiento de impuestos y el desarrollo de un mercado de derechos de emisión, y fomentar el ahorro energético.
El Informe Stern sobre la Economía del Cambio Climático ha tenido una enorme influencia en los foros internaciones desde que se publicó en 2006. La candidatura de Stern a los premios de la Fundación BBVA fue presentada por la British Academy y la London School of Economics and Political Science.

Mostrar las calorías no cambia la elección del menú


Desde hace 13 meses, los restaurantes de la cadena 'Taco Time', en el condado estadounidense de King (que comprende Seattle y sus alrededores), cumplen con la nueva normativa de mostrar en sus carteles las calorías de cada menú. Sin embargo, esa medida no ha cambiado ni un ápice las decisiones de sus consumidores, según acaba de constatar un estudio que publica la revista 'American Journal of Preventive Medicine'.
Hace algún tiempo que varios estados de EEUU tratan de combatir la galopante epidemia de obesidad que sacude al país con medidas como ésta. Sin embargo, ésta es la primera vez que un grupo de investigadores ha tratado de cuantificar los efectos reales que tiene informar a los consumidores de las calorías que se están metiendo para el cuerpo.
Y a juzgar por los resultados obtenidos por Eric Finkelstein y su equipo (de la Universidad de Duke), parece que la intervención, por sí sola, no tiene efecto. Tras 13 meses de aplicación de la norma, los restaurantes 'Taco Time' de este condado no sufrieron ninguna modificación con respecto a otros establecimientos de la misma cadena en otros lugares del país. La cantidad de calorías ingeridas y los menús seleccionados fueron idénticos en unos y otros.
"El etiquetado obligatorio de los menús, si no se combina con otras intervenciones, no parece tener una influencia significativa en la epidemia de obesidad", reconoce resignado la coautora del trabajo, Kiersten Strombotne.
Por eso, ambos investigadores coinciden en que futuros estudios tendrán que seguir indagando para evaluar qué fuentes de información son las más propensas para hacer que los consumidores se decanten por losplatos más sanos en las cadenas de comida rápida y cuando comen fuera de casa.