lunes, 29 de noviembre de 2010

Todos los médicos del presidente

Durante nueve años, Connie Mariano fue la sombra de los tres últimos presidentes de EEUU, Bush padre, Bill Clinton y George Bush hijo. Esta doctora militar, de origen filipino, fue la primera de su raza y de su sexo en ocuparse de la salud del inquilino de la Casa Blanca; pero también de la familia del presidente, el personal que allí trabaja y de sus huéspedes más ilustres. Las memorias de Mariano llegan ahora a las librerías con un título más que significativo: 'El médico de la Casa Blanca: mis pacientes eran presidentes'.
Que el suyo no fue un trabajo fácil puede dar cuenta el ex marido de Mariano, del que se divorció durante su estancia en la Casa Blanca. Más de 20 personas a su cargo, turnos larguísimos, viajes constantes, jet lag permanente sin posibilidad de recurrir a pastillas para dormir... son sólo algunas de las 'penurias' que Mariano relata en el libro, como esta semana recoge el diario 'The New York Times'.
En España, como explican a ELMUNDO.es fuentes de Moncloa, existe desde 1989 un sistema sanitario que presta atención al presidente y ex presidentes del Gobierno, a los vicepresidentes, ministros y a los altos mandatarios extranjeros que se encuentren aquí de visita. Se trata, explican, de un equipo de siete médicos y varias enfermeras que compatibilizan esta tarea con su trabajo en hospitales públicos del sistema nacional de salud (de manera que cumplen sus guardias en el Palacio de la Moncloa en lugar de hacerlas en su hospital correspondiente).

En EEUU, médicos militares

El servicio médico de la Casa Blanca, mucho más amplio que el español, está compuesto por 24 personas y cuenta con un sanitario de guardia permanentemente a pocos metros del Despacho Oval con acceso ilimitado a las estancias privadas del edificio. Como relata Connie Mariano, por razones de seguridad, se trata de personal militar ("pocos médicos privados pueden abandonar su dedicación durante cuatro años para dedicarse a esto") con formación adecuada en materia de seguridad.
Por ejemplo, permanecen siempre fuera de la llamada 'zona de tiro', para evitar ser víctimas de alguna bala perdida ("no puedes atender al Presidente si estás muerto") y visten habitualmente de civiles en sus desplazamientos a lugares públicos con su 'paciente' porque se considera que los uniformes militares son un objetivo más fácil en posibles incidentes.
Entre sus obligaciones se incluyen la preparación de las visitas del presidente, tanto dentro de EEUU como en el extranjero, revisando las posibles instalaciones médicas y hospitales en los alrededores. "Mientras mis compañeros de los Servicios Secretos buscan bombas y balas, yo busco bacterias y problemas médicos en el entorno", bromea esta especialista.

De guardia en Moncloa

Los siete médicos que componen el equipo que atiende al presidente del Gobierno español se turnan rotatoriamente, de manera que siempre hay un médico y una enfermera en el Palacio de la Moncloa ("24 horas"), o acompañándole en sus desplazamientos. Estos sanitarios están dirigidos por una persona que es quien coordina toda la atención médica y programa posibles intervenciones.
Este sistema está regulado, añaden las mismas fuentes, "por un convenio con la sanidad pública" hace más de 20 años y basado en la más absoluta discreción.
De hecho, entre los pocos detalles médicos que revela en sus páginas el libro estadounidense, la doctora Mariano afirma que operó a Clinton del tendón del cuádriceps con anestesia epidural en lugar de general para no tener que recurrir a la 25ª enmienda, que se refiere a la sustitución temporal del presidente cuando éste se halla incapacitado. Aunque también se vio en situaciones comprometidas con algún invitado a las fiestas de Navidad a quien tuvo que hacerle la maniobra Heimlich para evitar que se atragantase.
Aunque ella misma también fue víctima de alguna manera de las secuelas de su trabajo al no acudir antes al médico por una contractura en el cuello que acabó por afectarle al brazo. Ahora, ya retirada de la primera línea, trabaja atendiendo a pacientes privados de elite en Arizona.

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