Azerbaiyán, un país que limita con Irán, arrasó en la 56 festival edición del festival europeo de la canción, en Düsseldorf. Nunca antes habían alcanzado la victoria, aunque ya habían avisado de su remoto potencial en todos los pronósticos. España, en cambio, está más que acostumbrada al fracaso: anoche 'Que me quiten lo bailao' quedó antepenúltima (puesto 23).
El tema fue coreado, pero no pasó de candidato simpático. Franceses, rumanos y portugueses fueron de los pocos que premiaron a Lucía Pérez: aun así, esos 50 puntos estuvieron muy lejos del dúo Ell / Nikki y su canción 'Running Scared' (221 puntos).Completaron el podio Italia, que volvió al Festival tras 13 años de ausencia, y Suecia, representada por el joven de 'formación Disney' Eric Saade.
"Estamos muy contentos", explicó Lucía Pérez a ELMUNDO.es nada más terminar la cita, sin dar importancia a la clasificación. Desde la décima posición conseguida por Ramón en el año 2004, España no ha salido de las plazas intermedias en el mejor de los casos (Daniel Diges, número 15 en 2010, y Rodolfo Chiquilicuatre, número 16 en 2008). Estar entre los últimos es ya tradición: Soraya, penúltima en 2009; NASH, puesto 20 en 2007; Las Ketchup, 21 en 2006, así como Son de Sol en 2005.
Lucía Pérez mostró tensión en su actuación definitiva, a pesar de la ejecución redonda en todos los ensayos previos. Las casas de apuestas ya preveían el batacazo de la española. Hubo cambios el último día: las imágenes proyectadas en la pantalla gigante del fondo pasaron de mostrar flores a enseñar palmeras, ante las repetidas solicitudes de la delegación española, que en la puesta en escena buscaba transmitir alegría y optimismo. Anoche perdieron abrumadoramente, así que pueden aplicarse la letra. Sólo Estonia, penúltima, y Suiza, última, terminaron peor.
La final celebrada en el estadio Arena osciló entre las baladas (es el caso de la pareja ganadora) y los intentos desesperados por llamar la atención: los moldavos se disfrazaron de gnomos y se acompañaron de un hada sobre monociclo, los gemelos irlandeses Jedward dieron brincos hasta agotar a los espectadores sentados en casa y la representante húngara brilló literalmente gracias a sus complementos fluorescentes. Cerca de 35.000 personas asistentes en Düsseldorf y una audiencia global de 125 millones siguieron la gala y, por tanto, el fracaso español. Otro más.
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